Introducción

Según la OMS, el consumo de tabaco mata a más de 7 millones de personas
cada año. Para 2030 esta cifra aumentará a 8 millones. Sin embargo, es más
alarmante aún comprobar que el 44% de estudiantes entre 14 y 18 años han
fumado alguna vez (Según la Encuesta Estatal sobre el Uso de Drogas en
Enseñanza Secundaria).
Además de lo pernicioso del tabaco para la salud, cabe tener en cuenta el gran
impacto medioambiental que tienen algunos elementos de los cigarros; como
los filtros. Sin ir más lejos, una sola colilla contamina aproximadamente 8
litros de agua, ya que al entrar en contacto con esta; le transfiere las múltiples
substancias tóxicas que contiene el tabaco.
Es por estas razones por lo que este proyecto busca, por un lado reciclar los
filtros para minimizar el impacto medioambiental; y por otro concienciar a
los adolescentes acerca de los perjuicios de fumar.

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Propósito

Mediante la realización de este proyecto se pretende obtener un método para
procesar los filtros derivados de los cigarrillos fumados, de manera que el
impacto medioambiental de estos sea menor.
De manera paralela, también se pretende concienciar a los adolescentes para
evitar el consumo de tabaco en este sector de la población.

¿Es posible purificar y procesar los filtros de los cigarrillos
para reciclarlos y producir otro material?

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Fundamentos teóricos

Primero de todo, es necesario hacer una breve introducción acerca del tabaco.
Este, es un producto vegetal que se obtiene a partir de una planta. Además,
contiene un alto porcentaje de nicotina, lo que convierte esta planta en
adictiva.

Se consume principalmente fumado en forma de cigarrillos. Sin embargo,
cabe destacar que no se fuma la planta en su estado natural, si no que se
añaden una serie de substancias químicas. Estos elementos son añadidos por
una serie de motivos como: conservar el producto, mejorar el sabor o evitar
que “rasque” en la garganta. A las substancias que se introducen durante la
fabricación, hay que añadir las que se generan por la combustión del papel y
el tabaco.

Los análisis químicos del humo que inhala un fumador muestran una extensa
lista de productos químicos: Acetaldehído, Acrilonitrilo, 4-Amino bifenil, o-
Anisidina hidroclorita, Arsénico, Benceno, Berilio, 1,3 Butadieno, Cadmio,
1,1-Dimetil hidracina, Óxido de etileno, Formaldehído, Furano, Aminas
heterocíclicas, Hidracina, Isopreno, Plomo, 2-Naftilamina, Nitrometano,
Compuestos nitrogenados, Naftalina, Fluoreno, Níquel y Mercurio.
Muchas de estas substancias son tóxicas o dañinas, además de
bioacumulables (persisten en el organismo indefinidamente, y persisten
también en la cadena trófica o en el ecosistema).

Descritas las características de la columna de tabaco, nos atañen también las
características del filtro del cigarro. Este está constituido por fibras de acetato
de celulosa. El acetato de celulosa es el producto de reaccionar la celulosa con
el ácido acético, y al ser un compuesto orgánico es soluble en disolventes
también orgánicos (principalmente en acetona). 

El acetato de celulosa tiene un gran número de aplicaciones industriales como
pueden ser: monturas de gafas, mangos de herramientas, fibras de pinceles y
brochas, materiales de embalaje, juguetes u otras clases de filtros.

La función del filtro está concebida como la de retener parte del alquitrán y
demás productos perjudiciales derivados tanto del tabaco como de la
combustión en si, para evitar que lleguen a los pulmones del fumador.

Debido al hecho de que el filtro retiene gran parte de las substancias, se puede
deducir que, junto al hecho de que no es biodegradable; presenta un enorme
riesgo para el medioambiente

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